Con gran libertad formal, Tavares nos lleva a un viaje en el que primero seguimos a la joven Martha en sus andanzas por Berlín, luego presenciamos
el transporte de una monumental estatua de Lenin desde Bucarest a Budapest, mientras un violinista repatria el cuerpo putrefacto de su madre en sentido inverso
Bucarest-Budapest nos expone sin tregua a la tensión de la elección y a la dificultad de traspasar las fronteras, sean cuales sean sus formas.