A medida que el neoliberalismo hace crecer las desigualdades, las personas se vuelven «desechables». Gobiernos de todo el mundo excluyen de la sociedad a sectores enteros de su población mediante una vigilancia policial de mano dura, y de esta forma el estado policial y militar perfecciona de año en año diversos métodos de control, como el encarcelamiento masivo, la violencia policial, las guerras estratégicas, la persecución de inmigrantes y refugiados y la represión contra los activistas medioambientales. Robinson expone con lucidez la naturaleza y las dinámicas del capitalismo global, un sistema fuera de control que se sirve de los nuevos fascismos, y defiende la urgencia de crear un movimiento capaz de derrocarlo.