Estos versos recogen las memorias atesoradas por la autora durante su relación con María Zambrano en Madrid, unidas a la experiencia del encuentro de un lugar: el Chemin de la Pièce en el pueblo de Crozet. Allí vivió la filósofa los años más largos y
profundos de su exilio en compañía de su hermana Araceli y su primo Mariano. Un lugar al que ha vuelto una y otra vez Rosa Mascarell, autora de este poemario, en busca de las huellas de Zambrano y escrito íntegramente alrededor de la que fue la granja de La Pièce, donde se escribió Claros del bosque. Recorriendo esos caminos del bosque y sintiendo la presencia de la filósofa en los claros, surgieron estos poemas íntimos y muy personales. Como dijo María Zambrano, «existe un cierto punto donde la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo cesan de ser percibidos contradictoriamente», ese punto es el centro creador que busca todo artista, sabiendo de antemano que «todo arte es poema o no es».
Las imágenes son todas ellas también de la casa donde vivió Zambrano y de sus alrededores, a partir de los fotogramas del documental El método de los claros de José Manuel Mouriño.