El teatro de la guerra en la Nueva España trajo devastación, crisis económica y fractura social. La intensidad del conflicto fue distinta y variada a lo largo de sus once años de duración. Así, en algunos casos se alteró de manera significativa la dinámica interna de las provincias, en otros, apenas se recibieron ecos de esa guerra, pero en prácticamente todos los casos llevó a la modificación de su relación con la capital del virreinato. Una vez concluida la guerra, las nuevas autoridades tuvieron frente a sí complejos escenarios para reconstruir sus territorios. La agenda política de las provincias/estados consideró inaplazable impulsar procesos de pacificación, implementar diversas medidas para reconstruir sus economías locales, así como crear instituciones que alentaran la felicidad de la nación. Después de la guerra, el comienzo tiene como centro de reflexión a las provincias, porque fue en torno a ellas, con sus respectivos gobiernos, que se implementaron diferentes mecanismos para buscar la pacificación y reconstrucción, con lo que al mismo tiempo se sentaban las bases de un país que tuvo que acor