Polly Wilkinson es un ama de casa que vive en una zona suburbial de Londres con su marido, un oficinista, y sus dos hijos pequeños, un niño y una niña. No está descontenta con su vida pero el cine (sobre todo el actor Ronald Colman) y las novelas románticas la tienen bastante cautivada. Un día, desde la verja de su pequeño jardín, ve pasar a una dama en un Rolls-Royce y siente el repentino «deseo de estar en su lugar». Poco después, después de un pequeño mareo, se encuentra en un amplio y lujoso salón que no es el suyo y dentro de un cuerpo refinadamente vestido que tampoco es el suyo, sino el de lady Elizabeth Forrester, una dama de la alta sociedad casada con un comandante retirado que probablemente le es infiel. Proyectada a un mundo totalmente desconocido (cenas con caviar, grandiosas casas de campo con innumerables sirvientes, partidas de caza, compañías muy encumbradas y a veces muy frívolas), causa equívocos constantes de los que no siempre sale airosa. Pero lo más extraordinario de todo es que, cuando consigue regresar a su vida de siempre, se da cuenta de que, en el tiempo en que ha estado «ausente», lady Elizabeth ha ocupado su lugar y se ha encargado de su casa, su marido y sus hijos. Los intercambios entre una y otra se van repitiendo sin que ninguna de las dos sepa cómo evitarlos y, por supuesto, afectarán notablemente a la vida y el entorno de ambas. Extraños viajes (1935) de Maud Cairnes, ligera, amable y sin la menor animosidad, es una comedia social sobre lo que une y desune a dos mujeres que nunca habrían tenido una relación en cir-cunstancias normales y sobre lo que cada una puede aprender de la otra.Traducción de Daniel de la Rubia