Una novela delirantemente divertida sobre cómo el mundo cotidiano puede transformarse en un enloquecido disparate. El narrador de esta novela (que, casualidad o no, realidad ficción, se llama como el autor) es escritor. Un escritor razonablemente feliz, que, a falta de conflicto, se pone a observar su entorno, su día a día. Empieza entonces este escritor a contar algunas cosas muy normales, que le suceden sin alejarse del perímetro de su barrio, como visitar una clínica de gastroenterología, presentar en una librería una escuela de escritura en la que participa o ir a cortarse el pelo. Pero entran en escena dos recepcionistas quisquillosas, un aspirante a escritor ecuatoriano y una peluquera bretona y las cosas empiezan a ser menos cotidianas y más raras, mucho más raras, incluida la aparición de un perturbador trocito de dedo amputado...